Cada vez que llego a casa esta ella, mi suegra. Siempre se mete en todo, hasta en nuestro lecho nupcial. El otro día llegue mas temprano del laburo dispuesto a dormir una buena siesta y ahí estaba la muy zorra, durmiendo en mi cuarto babeando las sábanas. Trate todo este tiempo de contenerme, hasta que no pude mas...
Hace un año decidí cometer un crimen, al fin y al cabo iba a hacerle un bien a la humanidad. Mi primer intento fue poner en su cama a dos yararás venenosas, con una sola mordida, mi vida volvería a la normalidad. Pero no fue así, al mañana siguiente dispuesto a buscar el teléfono de alguna funeraria, siento a la vieja merodeando por la cocina. Fui a su cuarto para verificar donde cuernos estaban las víboras, y ahí estaban, reventadas a un costado de la cama, habían sido aplastadas por 150 kilos.
Al día siguiente la invite a tomar unos mates cebados con hoja de ombú, que son un purgante feroz y efectivo. Yo estuve internado por deshidratación y ella agradecía porque había bajado dos kilos con esos ricos mates. Cuando regrese a casa me dijo: “yerno yo te voy a cuidar, tengo una salud de hierro”. Después de ese comentario me desvanecí hasta el otro día.
Al despertar creí haber encontrado la solución para acabar con esta pesadilla. Decidí empujarla desde la terraza del edificio, 22 pisos bastarían para una tortilla segura. Cuando estaba atardeciendo aquel domingo soleado, la invite a ver la costa de Uruguay desde la azotea. Antes de realizar el acto mi mente comenzó a entrar en pánico y pensé: si fallo y me ve alguien y luego me acusa. Me vi abarrotado en la cárcel de Devoto ya con mi culo roto y en donde los presos me gritaban: “fallaste pelotudo, como no le diste el empujón final a esa bruja de mierda que te jodió el matrimonio”. No lo pensé mas y actué. Le dije a mi suegra que se acercara mas para mirar aquel barco petrolero que se divisaba allá a lo lejos. Mientras ella se quedaba absorta contemplando el horizonte, me corrí para empujarla y en ese instante un mareo hizo que me tambaleara. Mi suegra me tomo de la mano y me dijo: menos mal que estaba yo, sino te caías al vacío.
Vieja bruja , mientras yo pensaba en matarla ella me salvaba la vida. Había sido una señal divina. Me dije a mi mismo "Carlos debes perdonarla, al fin y al cabo estas vivo gracias a ella", y decidí resignarme a convivir con ella por siempre. Pero un milagro ocurrió a los pocos días, cuando se sentó a mi lado para darme la mejor noticia de mi vida, se iba a vivir a lo de mi cuñado. A partir de aquel día prometí ir todos los años de rodillas hasta LUJAN, agradeciendo semejante milagro.
No hay comentarios:
Publicar un comentario